Con este sugestivo título, la agencia Inter Press Services publicó un artículo en su sitio web donde trata el uso de los EcoMateriales en la zona de Sagua, Cuba, un proyecto que responde a mejorar el nivel de vida en una zona donde los huracanes ocurren cada año.
Millares de familias en Cuba y otros países del Caribe y de América Central viven una zozobra, ya sea por la carencia de recursos o por la fragilidad de las zonas en que habitan para resistir los vientos huracanados. Los vecinos de la zona recuerdan que, en el año 2001, el huracán Michelle azotó esa localidad con vientos de hasta 280 kilómetros por hora, que destruyeron decenas de edificaciones. Sin embargo, las casas de 21 familias que ya tenían Tejas de MicroConcreto instaladas, no sufrieron daño en sus cubiertas.
El artículo completo refleja el papel de proyectos apoyado de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) en Cuba. A continuación les presentamos un extracto de esta publicación.
DESARROLLO-CUBA: Techos a prueba de huracanes
(Extracto)
"Soy afortunada: tengo casa, pero hasta hace poco tiempo perdía el techo con cada viento fuerte que pasaba por aquí", dice Felicia Lezcano, quien vive a pocas cuadras del mar, en Isabela de Sagua, poblado pesquero de la costa norte de la central provincia de Villa Clara y distante casi 300 kilómetros de La Habana.
Millares de familias en Cuba y otros países del Caribe y de América Central viven una zozobra parecida, ya sea por la carencia de recursos o por la fragilidad de las zonas en que habitan para resistir los vientos huracanados. Los vecinos de Isabela recuerdan que, en 2001, el huracán Michelle azotó esa localidad con vientos de hasta 280 kilómetros por hora, que destruyeron decenas de edificaciones.
Sin embargo, 21 familias ya tenían cubiertas con tejas de microcemento, fabricadas con arena, cemento convencional y agua. Ninguna se rompió ni se movió de su lugar. "Al menos en ese sentido me siento segura", afirma Lezcano. El Michelle dejó, en todo el país, cerca de 176.000 viviendas dañadas, 13.000 de ellas destruidas totalmente y 2.000 que debieron ser reubicadas en zonas más seguras.
Al cabo del tiempo, las construcciones con ecomateriales siguen demostrando su resistencia a los vientos huracanados. Una encuesta aplicada en Villa Clara con posterioridad al paso del huracán Dennis, en julio pasado, permitió comprobar que ninguno de los más de 200 techos construidos con tejas de microcemento en la costa norte de la provincia había sufrido daños. Se calcula que unas 2.500 familias se han beneficiado en toda la provincia con esta solución para rehabilitar sus casas.
Expertos del Centro de Investigaciones de Estructuras y Materiales (CIDEM), de la Universidad Central de Las Villas, coinciden en que toda estrategia constructiva debe tener muy en cuenta la necesidad de reducir la vulnerabilidad ante los desastres.
"Resistir el Michelle fue una prueba de fuego. Las tejas de microconcreto y bloques fabricados con ecomateriales ganaron en credibilidad", dijo el subdirector de ese centro académico, José Fernando Martirena. A partir de ahí, las propuestas del CIDEM, que combinan la fabricación de esos materiales alternativos con el mejoramiento de viviendas en regiones de alto riesgo de desastres naturales, cobraron mayor fuerza en Villa Clara e inclusive se extendieron a otras provincias del país.
Los ecomateriales se obtienen y fabrican mediante el uso de recursos y tecnologías locales, con un ahorro considerable en los costos de producción y respetando el entorno. De ahí el nombre, que alude a su viabilidad económica y ecológica. Martirena y otros académicos consideran que la producción de estos materiales es clave para iniciar, con criterio de sostenibilidad, cualquier programa de reconstrucción, pues elimina las dependencias externas
Esas tecnologías incluyen el cemento alternativo denominado CP-40, hecho con desperdicios reciclados de la industria del azúcar u otros residuos propios del entorno, que luego se mezclan con cemento convencional para fabricar bloques para paredes.
El ahorro es considerable. Con una tonelada de cemento en el taller de ecomateriales se hacen 1.200 bloques para paredes, más de la mitad de los que se pueden fabricar con la misma asignación en una fábrica convencional. También es menor el gasto de energía eléctrica, pues una fábrica de ecomateriales consume sólo entre 240 a 280 kilovatios por mes, a la vez que se racionaliza el uso del transporte, ya que el taller produce fundamentalmente para la localidad en que se encuentra ubicado.
La clave de este tipo de proyectos es la descentralización, que propicia el desarrollo local, sobre todo en zonas apartadas; crea nuevos empleos, impulsa el aumento de los ingresos de la comunidad y hace que esta participe, inclusive, en la toma de decisiones.
El CIDEM comenzó su trabajo en Villa Clara tras el paso del huracán Lili, en 1996. Luego, en Nicaragua y en Honduras, tras el paso devastador del huracán Mitch, en 1998, contribuyó en la organización de proyectos de reubicación hacia áreas seguras de poblaciones asentadas en zonas de inundación. Experiencias similares se desarrollan en 18 países de América Latina y África, donde buena parte del equipamiento utilizado para la fabricación de ecomateriales se exporta desde Cuba.
Artículo publicado originalmente en www.cubaalamano.net/sitio/reporte.asp?id=250