
Si el clima lo permitía, con ayuda de su esposa, su hijo y algún otro
familiar o ayudante, “labraban” 1,200 ladrillos crudos hasta las 3 de
la tarde. Cuando el sol era demasiado intenso, la arcilla se endurecía
y era necesario pisar nuevamente la mezcla con el toro.
Durante tres semanas trabajaban de esta manera hasta tener suficientes
ladrillos, que luego de secar dos semanas (o más, si llovía), entraban
a quemarse en un horno artesanal durante 48 horas. Luego de la quema,
el horno se enfriaba por otra semana más y por fin se podían vender los
ladrillos.
En el pueblo de Chambo, provincia de Chimborazo, a 200 Km al sur de la
capital de Ecuador, Quito, más de 200 familias viven de la producción
de ladrillo.
Chambo, localizado en el centro geográfico de Ecuador, provee de esta
materia prima para construcción a las 5 provincias del centro del país,
desde hace más de 100 años.

El proyecto pretende rescatar y fortalecer la producción rural y artesanal de ladrillos aplicando conocimientos nuevos para renovar esta micro-industria tradicional y colocarla en condiciones de sustentabilidad económica y ecológica.
Uno de los resultados de este proyecto fue el desarrollo de un
molino-mezclador que ahorre el trabajo de pisar el lodo con el toro.
Esta pequeña innovación hace que el artesano de ladrillo ya no se
levante a la madrugada ni se enfrente al frío y humedad de la
madrugada. Con el molino mezclador, el mismo trabajo que se hacía en 4
horas se lo hace en 45 minutos.
El artesano se levanta hoy a las 7 de la mañana y con dos personas más
puede producir hasta 2,500 ladrillos al día. Los artesanos que no
tienen horno y que solo trabajan de “labradores” en otros hornos,
terminan mucho más rápido su tarea y pueden movilizarse a otro sitio de
trabajo o dedicar el tiempo a otras actividades.

El éxito de esta pequeña intervención es tal, que los molinos han sido copiados por talleres mecánicos locales y más de 35 familias ya utilizan esta clase de equipos. El ingenio local ha producido algunos equipos que han sido adaptados para funcionar con autos viejos o conectados a la rueda de un automóvil.
El testimonio más interesante de la utilidad del molino: al siguiente día de que Don Cristóbal Flores recibió su molino, vendió a su toro “Martín”.
Las soluciones tecnológicas siempre pueden ser eficientes, sin embargo, los problemas sociales van más allá de usar un toro o una máquina. Y hacia la solución de estos problemas se orienta el trabajo de la Red Ecosur con respuestas prácticas y de fácil transferencia entre países del Sur.
Video: Molino mezclador de lodo