Los terremotos de enero y febrero del 2001 destruyeron miles de casas en la pequeña nación de El Salvador. Las discusiones acerca de distintas tecnologías y materiales para lograr construcciones “sismo-resistentes” han sido fuertes y el pueblo esta inseguro. En dos aldeas del municipio de Tamanique, 30 familias ya tomaron la iniciativa y levantan sus casas con una milenaria tecnología. Pero están utilizando los conocimientos de hoy para garantizar que esta nueva vivienda no se derrumbe durante el próximo terremoto.

Desde aquel desastre se han ensayado muchas ideas en este país, y también los moradores de Tamanique han recibido los mensajes de constructores y vendedores de materiales, ansiosos por lograr sus negocios. Igualmente, han escuchado hablar de tecnologías nuevas y supuestamente sismo-resistentes y económicas, y algunos de ellos han tenido la experiencia de vivir ensayos de este tipo.

Pero, las casas hechas con ferrocemento resultaron calientes y caras, y se han agrietado, no tanto por ser una mala tecnología, sino porque la aplicaron sin los conocimientos necesarios. Algunas construcciones de ladrillos o de bloques de concreto se han rajado al poco tiempo por falta de calidad en la construcción. Muchos fondos se han utilizado para levantar casas inseguras o deficientes. Una investigación del gobierno, realizada después de los terremotos, demostró que la incidencia de daños en las viviendas de tecnología “mixta” (paredes de bloques de concreto y/o ladrillos, con columnas de concreto) era mayor que en las de adobe. Esto indica claramente que la calidad de la construcción, o mejor dicho de la mano de obra, fue mejor en tiempos pasados que en las últimas dos décadas.

Cuando las compañeras de la organización local “Cocredet” trajeron la buena noticia de un apoyo financiero a los moradores de la aldea “ La Victoria ”, se produjo una amplia discusión sobre este tema. Pero cuando Andrés Escudero, el encargado del proyecto, empezó a hablar de “adobe mejorado”, se encontró con un rechazo total. Los vecinos lo llevaron a visitar un centro comunal, construido hacía pocos meses bajo las instrucciones de una ONG internacional, el cual había sufrido graves daños. Era una construcción basada en una estructura de madera y luego con relleno de adobe. La madera mostraba señales de pudrición, el viento había movido las láminas de zinc y la estructura del techo quedó dañada, el repello de cemento y cal se caía en grandes pedazos y el adobe aparecía rajado en varios lugares.

Andrés aseguró a la comunidad, que este tipo de “inventos” él no lo asumía como una construcción de adobe, más bien les explicó que en el modelo se habían cometido una serie de errores que nunca debieron suceder. Estas familias campesinas son realistas, y saben que el adobe es su única esperanza para disponer de una vivienda digna; los costos de los materiales comprados superan sus posibilidades, y solamente el transporte hasta las casas aisladas en la montaña, ya constituye una barrera casi insuperable.

De esta forma, se comenzó un diálogo real sobre las posibilidades. El proyecto ofrece asistencia técnica y un apoyo para ciertas componentes de la casa, como los cimientos, el techo y el piso. Para las paredes escogieron el sistema de paredes gruesas y monolíticas, usando adobe cuadrado de 40 cm , con una solera superior de concreto reforzado. Esta tecnología está bien documentada y acumula excelentes referencias en su comportamiento ante terremotos, tanto en Guatemala como en El Salvador. (Vea: “Dos décadas después del terremoto”)

No obstante, la discusión tomó su tiempo y el proyecto arrancó tarde, en medio de la temporada de seca. Mientras tanto, ya dos casas tienen sus muros levantados y se están colocando los techos, y varias más estan en progreso. Otras familias han decidido utilizar la estación de invierno para recoger piedras y arena, fundir los cimientos y estar preparados para la producción de adobes con el comienzo de la proxima temporada de seca en noviembre.