El concepto de Aldea Ecológica (EcoVillage) ha sido puesto en práctica en Bangladesh, uno de los cinco países más pobres del mundo. Después de sus estudios de postgrado en Australia, Mondal Hakim aplicó en su aldea natal este proyecto y organizó una vida sustentable en sus tres dimensiones: ecológica, económica y social.
La mayoría de las familias han comenzado a usar técnicas modernas de manejo sustentable en sus parcelas, hacen rotaciones de siembras y producen variedad, en lugar de monocultura. Los cursos de formación social y técnicos están dando sus frutos.
Viajamos unas cuatro horas desde Dhaka, capital de Bangladesh y megacity (8 millones de habitantes), hacia el oeste, y cruzamos en barcaza el río principal del país, con sus 5 kilómetros de ancho, junto con una gran cantidad de camiones y buses llenos de gente.
Al llegar al Ecovillage (Aldea ecológica) se disfruta la tranquilidad y el aire fresco, después de tanto ruido y la contaminación en este populoso país. Un albergue sencillo, en un ambiente rodeado de bosques y estanques para peces, sin luz eléctrica, y habitado por gente amena, donde un grupo de jóvenes, vestidas en sus trajes de colores fuertes, pasa del comedor a la sala de reuniones en la cual reciben un curso de capacitación.
Pavel, secretario de DUS Bangladesh, la ONG que promueve este tipo de aldeas, explica que el centro se autofinancia desde hace un par de años, alquilando instalaciones para otras ONG's que imparten aquí sus cursos, y con la venta de posturas logradas en sus almácigos. Este abarca casi una hectárea de siembras de todo tipo de árboles, mayormente productores de medicinas naturales, pero también frutales y maderables. Caminando por los alrededores, entre las casas aisladas de los 1 200 habitantes de la aldea, Pavel no cesa de explicarnos las bondades de cada árbol y arbusto. Me parece que nunca he visto tantas especies en un solo bosque —no sé si es debido a mi nivel de ignorancia—, pero me aseguran que es realmente una variedad muy amplia que se cultiva aquí.
El concepto de EcoVillages nació en Australia, y fue allí dónde Mondal Hakim, el fundador de DUS, cursó estudios de postgrado en manejo y diseño de un modo de vida ecológico.
De regreso a Bangladesh, se dio a la tarea de convertir su aldea natal en tal proyecto y organizar una vida sustentable en sus tres dimensiones: ecológica, económica y social. Es evidente que aquí las 307 familias viven, como regla general, una vida más cómoda que otros aldeanos en Bangladesh, pues, según fuentes oficiales, este es uno de los cinco países más pobres del mundo. La mayoría de las familias han comenzado a usar en sus parcelas técnicas modernas de manejo sustentable, hacen rotación de siembras y producen variedad en lugar de monocultura. Los cursos de formación social y técnicos que muchos han recibido están dando sus frutos.
Cuando visitamos el taller de Tejas de MicroConcreto, iniciado hace tres años por el asesor de ECOSur, Marcelino Castro, encontramos un grupo de niños en camino hacia la mezquita, donde reciben clases. El taller de tejas funciona bien, aunque hasta ahora no hay suficiente mercado para trabajar todo el año; sin embargo, los obreros (entre ellos un hermano de Hakim) agradecen la oportunidad de ganar un salario extra cuando se puede. La semana entrante irán con su equipo al norte del país para producir 8.500 tejas para un arquitecto.
En este momento, el almácigo está con decenas de miles de posturas de Neem, que ha sido nombrado por las Naciones Unidas, “Árbol del nuevo milenio”. Hakim es también el presidente de una firma comercial que fabrica una variedad de productos en base a Neem, y presidente de la Asociación de Neem. Desde jabón de tocador, aceites para el pelo y la piel, y remedios para enfermedades, hasta fertilizantes e insecticidas, aparecen en su oferta. Días más tarde, al visitar un supermercado, encontramos los productos de belleza de Neem en un estante céntrico a la par de la entrada.
El Neem necesita cinco o seis años hasta la primera cosecha de frutas y hojas, que son los productos base, y a partir de los ocho años se logra una cosecha estable. El ecovillage ha conseguido el derecho a reforestar un tramo de 76km de la ruta del ferrocarril que recientemente fue abandonado. El programa dará trabajo e ingresos a familias campesinas que viven a lo largo de esta ruta, y a la vez, aumentará la disponibilidad de materia prima para esta producción ecológica.
Hakim se muestra entusiasta cuando habla y planifica un viaje a las plantaciones de té, donde ya ha logrado que una parte de los plaguicidas y químicas sean sustituidos por aquellos fabricados en base a Neem. Él quiere convencer a los dueños de sembrar este y otros árboles medicinales en sus plantaciones. La tarea es romper la monocultura que hace más difícil combatir las plagas. El punto siguiente será convencerlos de que produzcan Tejas de micro Concreto para mejorar los albergues de los obreros. Invariablemente, estos son fabricados con planchas de zinc, que hacen casi insoportable el extremo calor imperante durante la mayor parte del año. La presidencia del “Tea Board”, la organización estatal que coordina las actividades del té, ya está convencida de la idea.