Septiembre de 1992 marcó una de las épocas más difíciles en la Historia de Cuba. Entonces se hablaba de “opción cero” es decir, cero combustible, cero comercio exterior. El Socialismo en el Este de Europa se había derrumbado como un castillo de naipes. Justo en este momento, la Universidad Central de las Villas decide crear el Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales, CIDEM, con la misión de encauzar las investigaciones en la rama de las construcciones.
Desde sus inicios el CIDEM tuvo entre sus metas el lograr brindar servicios concretos, que contribuyeran a solucionar problemas que afectaban a la sociedad cubana. Sus principales investigadores tenían como antecedente el trabajo en complejos proyectos de diseño y construcción de estructuras, como gigantescas antenas parabólicas, esterocelosías, edificios altos, cimentaciones especiales; todos estos objetos de obra dejaron de construirse con la crisis económica.
Repensar lo pensado
En las nuevas condiciones cada cual tuvo que repensar su perfil, y ver
de qué forma podría hacerlo. Al principio no fue un proceso simple, y
mucho menos voluntario; había que mantener las conquistas sociales,
entre ellas la vivienda, y había que hacerlo sin cemento, sin acero, y
rápido además. El país decidió descentralizarse y llamar a la
creatividad en las soluciones locales de vivienda. El resultado no se
hizo esperar: en 1994 se construyeron más de 59,000 viviendas, cifra
récord en la Historia Cubana reciente.
CIDEM se logró insertar en este masivo movimiento, y puso todo su esfuerzo y conocimiento en función de este programa, con el apoyo de varios ministerios e instituciones locales. Fueron épocas de sacrificios personales, de mala alimentación, de continuos viajes en autos maltrechos, sin neumáticos y con poca gasolina, que funcionaban casi por milagro. En esta dura etapa se creó la base filosófica y material de lo que sería el trabajo principal de CIDEM, y su compromiso con la práctica.
La cooperación internacional
El trabajo con los ministerios tenía la desventaja que estos, en su
premura para resolver los urgentes problemas, muchas veces violaban
etapas en el proceso de escalado de una tecnología, lo que llevó a
muchos fracasos, que a finales de 1996 provocaron un retroceso de lo
logrado, porque la calidad de los materiales y construcciones no era
adecuada.
En este momento viene la primera ayuda de allende los mares. Hablando un perfecto castellano, pero con un raro acento en aquel entonces desconocido para nosotros, apareció alguien de la lejana Suiza, con experiencias increíbles de proyectos exitosos. En aquella época CIDEM trabajaba como hijo adoptivo de CECAT en la Habana, sumergido completamente en montar el programa de viviendas de bajo costo en el país. Comenzaba la era internacional.
Los proyectos
El trabajo en proyectos permitió montar prototipos exitosos de
tecnologías sin necesidad de tener que hacer concesiones en el
escalado. Paralelamente se logró montar un sistema de comercialización
de las nuevas tecnologías, que internacionalizó el trabajo de CIDEM, y
brindo vías de financiamiento. Se logró establecer contactos con
partners estratégicos en Alemania y Canadá, a través de los que se pudo
acceder a información científica relevante, y comenzar trabajos de
investigación fundamental.
Pronto se vieron los primeros éxitos: los primeros tres talleres de ecomateriales montados en la provincia Villa Clara contribuyeron a restañar los daños del devastador huracán “Lili” en 1997. Casi de forma paralela se montaron varios talleres en Centroamérica con resultados similares. En 1996 se incluye a CIDEM entre los principales consultores de la Red Latinoamericana para el Hábitat Sostenible, EcoSur.
Los programas de vivienda
Los proyectos relacionados con el huracán “Mitch” en Centroamérica
marcaron el punto de madurez de CIDEM; los arquitectos e ingenieros se
vincularon con programas sociales, y se concibieron los primeros
proyectos integrales de hábitat en Nicaragua y Honduras, entre
1999-2001. En Cuba se lanza el proyecto “De los desechos a las casas”
(2000-2005), que incluye a nuevos municipios y replica este concepto.
Este fue el primer proyecto cubano laureado internacionalmente, y
benefició en total a unas 2,500 familias.
El éxito
La clave del éxito fue mantener el trabajo en todos los frentes
abiertos: en la investigación, se profundizó en la investigación
fundamental, usando modernas técnicas experimentales; se mantuvo y
amplió la fabricación y comercialización de maquinaria, así como las
asesorías nacionales e internacionales; y se concretó un ambicioso
programa de alianzas con instituciones en la práctica, vinculado
directamente a las comunidades.
Este empeño de un colectivo de trabajadores en estos 15 años ha sido ampliamente reconocido. El sistema de la Ciencia Cubana le ha entregado los premios de más categoría. Internacionalmente ha recibido el reconocimiento de la sección Hábitat de las Naciones Unidas, en especial el Premio Mundial del Hábitat en 2007. La nueva generación de jóvenes que se ha integrado a CIDEM tiene el reto de continuar con el trabajo sin perder el vínculo con la comunidad, que es en última instancia quién ha merecido todo este esfuerzo.